El comercio

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Nuez, en el año de 1933, tenía 700 personas. Había familias acomodadas, pero muchas más pobres y sin recursos y con muchos hijos. Como yo era el único comerciante del pueblo, tenía que afrontar todo. Tenía que fiar, no por vender, sino por aliviar sus necesidades (que nunca me fueron agradecidas), pues ayudé a criar muchos hijos de muchas familias que aún viven hoy y que por prudencia no diré quiénes son. Como vendía la mercancía sin cobrarla, me veía apurado con las letras y las facturas y, por no perder mi crédito, tenía que pedir dinero a las familias, como también a la familia de Martín, que ya mencioné, como al tí Bernardo Páez, que ese era mi banco, que Dios lo tenga en el Cielo. El fiar me acarreó muchos disgustos, pues si no hubiera fiado no los hubiera tenido. Como ya dije que no me lo agradecieron, cuando la gente empezó a tener dinero, pues cobraban por los niños y pensiones, ya no se acordaban de Nicasio, esperaban que vinieran vendedores al pueblo, aunque en casa había de todo.

Andando el tiempo y ya los hijos mayores y casados y después de haber vencido tantas y tantas dificultades como se ve tuve en la vida, decidí darle los bienes a los hijos repartiéndoles las tierras y el comercio, dándoles a cada uno 100.000 pesetas. Yo, desde entonces, ando a temporadas de unos hijos para otros, sin que me limiten el tiempo ni falte nada de nada, pues no saben dónde ponerme para que esté mejor y al yo cobrar mi pensión no dejo de aportar en lo que está a mi alcance el tiempo que les acompaño.

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Nota: Nicasio Casas Diez falleció en Nuez de Aliste el día 11 de junio de 1992, a los 90 años de edad.

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